El mal de Lázaro. Y entonces Jesús, en volviéndose hacia la puerta del sepulcro, dijo en voz firme y átona: Lázaro. levántate y anda. Y cuando Lázaro se despertó, el dinosaurio todavía estaba allí. Y resultó que en realidad era obra del demonio para poner en duda la creación divina.
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