viernes, 26 de julio de 2013

difundiendo la palabra #4

Y Moisés apacentaba entonces el rebaño de un consuegro suyo
que andaba de baja por un esguince, y camina que te camina,
con eso de que iba sumido en sus cosas y hablando consigo mismo,
llegose hasta Horeb, el monte de Dios.
Sentóse entonces sobre una piedra que por allí había y,
dejando el cayado a un lado, dipúsose a echar una cabezadita de nada
cuando vio una zarza que ardía a no mucho de su posición.