miércoles, 17 de octubre de 2007

morir todavía



Acabo de acabar de leer un libro. Sí, señor, es que siempre tuve un alma rebelde y, aunque también me entrego a las mieles de deuvedeces y plaiesteichons (y demás vicios alienantes), me quedo más a gusto que un arbusto y más feliz que una perdiz con un buen libro, de esos que se leen y no se oyen o, si se oyen, es por puro arte de la imaginación del lector y no porque se haya editado en el horrible arte del audiolibro para idiotos. Decía que me acabo de acabar un libro. Más que leer lo he engullido porque lo mio no es leer, lo mio es una carrera de fondo con el códice en cuestión. En esta ocasión se trataba de "Las intermitencias de la muerte", de esa gran escritora Sara Mago. -inserte aquí una risotada- Pues, qué les voy a contar del fabulosamente fabuloso compendio de virtudes y brotes de genialidad surrealista que es el susodicho libraco.

"Al día siguiente no murió nadie". Así comienza esta maravilla que bien podría acabar tal como empieza y, cierto es, al día siguiente no estiró la pata ni un individuo en todo un país. El hecho en sí ya es suficiente material como para escribir una enciclopedia por tratarse de un caso único e insólito, pero no, el laureado Saramago da vueltas de tuerca donde el tornillo casi se desprende, fustigado por las hercúleas tenazas que lo aprietan, exprimiendo una sagrada ambrosía de literatura pura.

Un libro sobre la muerte y sus caprichos; sobre la humanidad de la deshumanizada dama de la guadaña y sobre el todo y la nada del mundo.
No entraré en una sinopsis más exhaustiva porque ni es necesaria ni sería capaz de hacerlo sin contar más de la cuenta. Solo recomendarles encarecidamente su pronto disfrute. No les defraudaré/á.
PD: "Lee burro, lee burro, aunque no tenga dibujos, ni resultados del fumbol, y no sirva para hacerse pajas. Lee burro, lee burro, lee!" Mamá Ladilla dixit.

1 comentario:

Swi dijo...

Yo ando perezoso para la lectura; tengo empezados varios libros a la vez, pero ahí siguen.

Herzog y Moby Dick me aguardan.


Enormes los grabados de Goya.