lunes, 14 de febrero de 2011

La Isla 2.0 - 1x07 "Guerra" EDITADO (20/02/11)

Esta es una entrada de un juego, la experiencia La Isla 2.0. Es una especie de simbionte entre aquéllos míticos libros de "elige tu propia aventura", un juego de rol y una comunidad online completamente interactiva. El juego se desarrolla en tiempo real. Sólo de tus decisiones dependerá el curso de la historia. Si es la primera vez que juegas, por favor, pulsa el botón "Fill Out My Form" para rellenar este cuestionario, (te tomará unos minutos): . Se recomienda encarecidamente echarle un vistazo a las reglas del juego en este enlace permanente. Si te has perdido algún episodio y quieres ponerte al día, te recomendamos este enlace. Y recordad: todos los enigmas que se planteen en esta experiencia tienen una solución. No hay pregunta sin respuesta aunque, como ya hemos dicho, dependerá de ti, y sólo de ti, que las cosas lleguen a buen puerto.

El grupo de rescate está cada vez más cerca de las montañas, la tensión en el ambiente se puede cortar con unas cizallas. Han divisado a dos hombres de negro que (la buena suerte parece acompañar a todos los supervivientes) se desvían del camino del equipo de rescate antes de que puedan verlos ni oírlos. Una vez comprueban que se han alejado, el equipo continúa su marcha, esta vez aún más alerta por lo que pueda pasar. No hay rastro de las cámaras de seguridad que según creen debe haber por toda La Isla. Si están ahí deben estar muy bien escondidas y no es un buen momento para detenerse en cada rama sospechosa del camino: esa alarma que no deja de sonar puede significar que Ludio, Eliseo, Tamer y los demás están en serios problemas. Los dos primeros están refugiados en lo alto de uno de los picos que forman las montañas del norte, el último ha escapado de su celda y trata de escapar de la prisión. 

Día 42. 


Equipo de rescate. 

Esta noche nadie ha dormido. Las montañas están muy cerca y un descanso podría significar perder la última oportunidad con los compañeros capturados. Al amanecer las montañas etán ya a un par de horas de camino y tras una brevísima parada a desayunar y recuperar fuerzas, el equipo continúa su marcha. Un par de horas después casi han llegado. Es entonces cuando descubren otra “farola”.

Es el equipo de avanzadilla el primero en verla, desde luego. Se parece a una farola, sin duda, es un palo cilíndrico y metálico que nace del suelo para acabar en una especie de caja (como una caja de luces) sobre la cual descansa una especie de tubo en espiral de cristal blanco (que recuerda a una bombilla de bajo consumo gigante). En un radio como de un kilómetro alrededor de “la farola” hay pájaros, mamíferos e insectos muertos. Muchos. Desde fuera de ese círculo de muerte, el grupo de avanzadilla se plantea la situación. 

-¿Qué demonios es eso?

Ludio y Eliseo.
Habéis comenzado a huir de nuevo. El plan de Eliseo parece consistir en descender a toda prisa por el otro lado de la montaña y tratar de llegar antes que ellos a las cuevas para avisar a todo el mundo de que aquí arriba no hay diez hippies con armas, sino que se trata de cientos. Cree firmemente que si corréis lo suficiente podréis llegar en un par de días, quizá tres. 

-¿O nos ponemos en contacto por walkie ya mismo?- quiere saber Eliseo- Podríamos avisarles de que es probable que salga un ejército de estas montañas. Aún a riesgo de que intercepten nuestro mensaje y, en consecuencia, se den más prisa o doblen los efectivos. ¿Qué opinas?

Tamer.

Tamer decide comprobar a donde conduce la puerta que tiene más cerca. La abre con precaución, armado con la pistola de descargas de la mujer de negro y entra. Se trata de una habitación pequeña, con un armario donde, a juzgar por las apariencias y los agarres, debían guardar armas. Pero está vacio. Una mesa en el centro, con material de oficina y un cargador de walkies (vacío) colocada delante de media docena de pantallas que muestran las imágenes de las cámaras de seguridad del recinto. La que muestra el pasillo de las celdas lleva un intermitente mensaje que indica que no hay cinta. Tamer deduce que Ludio y Eliseo han debido llevarse la cinta para que tarden más en saber cómo han escapado. 

Lo que se ve, en general, es a muchos hombres de negro movilizándose y armándose. Retrocediendo un poco la grabación de una de las cámaras (una que muestra una habitación similar a esa en la que se encuentra él mismo) contempla el rescate de Eliseo por parte de Ludio, entrando este último “a saco” y con varias armas en su haber. 

-Hay que seguir moviéndose- piensa, y vuelve a dejar la grabación siguiendo su curso. 

¿Qué hacer?

EDITADO (15/02/11)



Mientras Ludio y Eliseo se aferran a la libertad como pececillos nadando en un charco de ginebra, Tamer, en las celdas, trata de encontrar una salida que no le comprometa demasiado, pues con el revuelo que se ha montado con la fuga, hay gente de aquí para allá, muy nerviosos y armados. Y ya se sabe lo que dicen de las armas de fuego y los nervios. El equipo de rescate ha encontrado en su camino otra “farola”, idéntica a la que encontraran Javier y Leo cuando estuvieron de expedición en la otra punta de la isla. Javier ha decidido emprenderla a pedradas con ella y la cosa no ha salido tal y como esperaba. De hecho, al romper la espiral de cristal del extremo superior, la cosa ha comenzado a zumbar con una extraña luminiscencia en un in crescendo sonoro que no presagiaba nada bueno. Fernando, alertado tal vez por las musas de los supervivientes asustados, comenzó a disparar contra la “caja de fusibles” del aparato. Tras un chispazo, la “farola” dejó de hacer ruido. 

Día 43

A escasos metros de las montañas del norte, en lo que todo el mundo ha coincidido en que es un refugio natural excelente, el equipo de rescate ha pasado las horas previas al rescate en sí descansando y poniéndose a punto. Preparar una estrategia parece ser la idea imperante. La alarma no ha dejado de sonar en mucho tiempo, parece un pobre loco desgañitándose en la puerta de una iglesia.

Alrededor de un escueto y frío desayuno, se traza el plan definitivo. ¿Cómo se va a organizar el rescate? ¿Eliseo y Ludio, dónde están? ¿Están a salvo?

Mientras… Tamer desanda el camino por el que fue conducido a las celdas y se ve involucrado, arrastrado sin querer, en mitad de una formación de hombres de negro que se encamina al exterior de las instalaciones. Cuando llegan a la puerta, uno de ellos les da un rifle y un cargador.

Tamer, ¿Qué haces?

EDITADO (16/02/11)
 
El equipo de rescate se encuentra con dos hombres vestidos con trajes de alta seguridad, similares a los de protección bioquímica que parecen tener mucha prisa por llegar a “la farola” que Javier y Fernando inutilizaron. Tras cachearlos y comprobar que no iban armados les dejan pasar, aunque Javier decide acompañarlos para ver qué demonios hacen. Mientras, todo el equipo de rescate, está ya a un tiro de piedra del lugar donde tienen retenidos a los supervivientes capturados. Muy cerca de allí, por tanto, Eliseo y Ludio ya han descendido la montaña y se esconden como pueden en la densa jungla. Tamer, que ha sido confundido con uno de los ninjas, ha sido colocado montando guardia en una de las torretas de seguridad del recinto. Da gracias de que el sonido de las alarmas no permita una conversación, puesto que cree que si comienzan a tratarlo como “el viejo Tob” o “Johny, el esperanto” de seguro acabarán por descubrirlo.

Día 44

EQUIPO DE RESCATE:

Ha llegado la hora de la verdad y no habéis planeado nada. M.J. propone unir ya a los dos grupos y entrar “a saco” a rescatar a los suyos. “Hemos perdido demasiado tiempo en el camino”, dice, “solamente espero no llegar demasiado tarde”. Tras ser informados del mensaje de Ludio a través del walkie, M.J. vuelve a tomar el mando, coge el walkie y habla:

-Ludio, Eliseo, ¿me copiáis? Aquí M.J.

-Alto y claro- suena la aliviada voz de Ludio al otro lado de la línea-. Menos mal, ya pensaba que os habíais quedado dormidos. ¿Todo va bien?

-Todo va… bien. Estamos en las montañas, muy cerca de vuestra posición. ¿Seguís con el resto de capturados?

-Nosotros estamos en la jungla, M.J., al lado Sur de las montañas. Tenemos a cientos de ninjas pisándonos los talones. ¿Crees que es seguro hablar por aquí?

-Si no lo es me importa una mierda. No vamos a caer en más trampas por culpa de la descordinación. Aquí somos muchos, hijo, y tenemos armas. ¿Lo de “cientos de ninjas” va en serio? ¿Tantos son?

-Y más, y perfectamente armados y preparados- toma la palabra Eliseo-. Esto es un puto cuartel.

-Hemos venido a rescatar a los nuestros, Eliseo- afirma M.J. -. Y vamos a hacerlo. ¿Tenéis armas?

-Un par de rifles y algo de munición.

-¿Hacemos una tenaza?

Todos asistís a la conversación cruzada atónitos, como si flotase en el aire la extraña idea de que los militares son una raza diferente a la humana, que cuando tienen oportunidad, hablan entre ellos en un extraño idioma que solo ellos comprenden. Pero básicamente pilláis la idea. Eliseo y Ludio están en el noreste y vosotros en el noroeste, ambos en la falda sur de las montañas. Parece que “la tenaza” pretende consistir en un ataque conjunto formando una tenaza con ambas puntas (equipo de rescate y Eliseo y Ludio) sobre la base de los hombres de negro. Os suena un poco arriesgado porque no podéis evitar pensar en la diferencia numérica entre una y otra punta de la tenaza. Y el hecho de que Eliseo haya dicho “y más” al preguntarle si los ninjas eran cientos no os consuela mucho. La mayoría de vosotros ni ha visto ni quiere ver una guerra de cerca y  de pronto, como si despertarais de un sueño raro, os miráis y veis que vais armados, que sois muchos y que estáis al otro lado de una frontera de piedras que separa al Enemigo de vosotros, los Buenos.

-Suena un poco arriesgado- responde Eliseo-. Me gusta.

Todo el equipo de rescate (ahora equipo de guerra, si se prefiere) sube la falda de la montaña para poder ver lo que hay al otro lado. Y desde arriba, agazapados como francotiradores, observan el espectáculo. Sin duda cientos de hombres (y más) armados, formando, montando guardias, con torretas de vigilancia, patrullas fuera del recinto peinando la falda norte de la montaña. Instalaciones militares, barracones, edificios pequeños… allí, al fondo, en el extremo norte, en la playa, un embarcadero con un bonito y pequeño barco patrullero, bastante viejo y destartalado. Observan a los “hombres de negro” sin ser vistos.

¿Sin ser vistos?

Tamer cumple con su “cometido” observando fijamente alrededor desde la torreta de vigilancia y ¡oh, sorpresa! Allí arriba hay alguien. Sobre la montaña puede ver primero a uno, en el sureste, y luego a otro (son dos hormiguitas, pero juraría que son Eliseo y Ludio disfrazados de ninja). “Estos dos no han podido abandonar al resto y estarán planteándose de qué manera suicidarse entrando aquí a rescatarnos. Maldita sea, solo son dos. Chip y Chop, rescatadores”. Y continúa siguiendo el contorno de la montaña y “que me aspen si no hay unas cuantas manchas negras en el sudoeste también. Están mejor escondidos pero estoy seguro de que hay alguien ahí. Espero que nadie más se percate de esos movimientos y que Fernando y Alma hayan creado muchas armas con palos y hierba para todos estos aspirantes a Soldado Universal”.

Javier, los dos tipos llegan hasta “la farola” y te indican con gestos que te quedes atrás. Lo hacen con firmeza y autoridad, como si quisieran decir “vale, tío, quieres estar aquí y llevas armas pero no des por culo”. Uno de ellos se acerca de manera muy cautelosa al círculo de animales muertos, como si no quisiera pisar dentro. Cuando pone un pie notas como su cuerpo pierde la tensión, se relaja y comienza a andar, despacio pero normal, en dirección a “la farola”. Al llegar, sin pensarlo, saca de la caja de herramientas un manojo de llaves y acerca una de ellas a la caja. Luego hace un gesto de “macagoen” y olvida las llaves. Ve los agujeros de bala en la caja y la abre sin esfuerzo, pues alguno de los tiros ha abombado tanto la tapadera que se puede abrir sin problemas. La abre y te mira con una cara de reproche que no le cabe en el traje de seguridad. Mientras tanto, el otro, ha andado como a seis metros del “círculo de muerte” y se ha puesto a… sí, se ha puesto a retirar una roca enorme que había en una linde de la jungla. Se ve que debe de pesar pues le ha costado. Cuando acaba de moverla, se agacha, quita un poco de tierra con las manos y ¡sorpresa! Abre lo que parece una trampilla que quedaba oculta bajo la roca. Mete medio cuerpo dentro y sale, muy cuidadosamente, cargando en sus manos con otra “bombilla de bajo consumo”. La deja a un lado con suma delicadeza y vuelve a introducir medio cuerpo en la trampilla para acabar sacando una caja de madera de las dimensiones de una caja de zapatos. Cargando ambas cosas se acerca a “la farola”. Parece sentir el mismo miedo que el otro a poner un pie dentro del círculo, pero una vez hecho actúa con naturalidad. Aunque ambos parecen trabajar asustados. No dejan de acercar el aparato similar a un Geiger a la caja de “La farola” mientras parecen arreglar y sustituir circuitos. El tipo que abrió la trampilla ha tanteado en la base de la farola y ha cortado unos cables, tras lo cual han trabajado más a gusto. Una vez sustituidos los componentes, recompuestos los cables cortados, pegada con cinta aislante la tapadera del cacharro y pintado con un grueso rotulador una enorme calavera sobre la misma, ambos hombres dan por concluido el trabajo. La máquina emite un zumbido y un fogonazo y ambos se tapan la cara instintivamente. Luego se apresuran en abandonar el círculo, van hacia la trampilla.

Javier les sigue y llega justo a tiempo de ver cómo uno de ellos se introduce a guardar las herramientas sobrantes y sale con… sí, tres cervezas que parecen estar heladas. Ambos vuelven a colocar la piedra en su sitio y se sientan sobre ella. Se quitan la parte superior del traje y la mascarilla y ofrecen una a Javier. Está helada.

EDITADO (17/02/11)


Pólvora, sangre y muerte. Es el resumen de la última jornada. Las bajas entre los vuestros han sido notables, pero no deja de ser cierto que siendo tan pocos la proporción de bajas enemigas ha superado cualquier expectativa. Quizá debido a una falta de coordinación, quizá debido a una mala estrategia por parte de quienes se suponía que tenían que dirigiros a la batalla, la cuestión es que el ataque fue descoordinado y caótico pero, a pesar de ello, los “hombres de negro” sufrieron una pérdida de casi cien hombres. Ahora, replegados ambos bandos en una suerte de fría tensión, se necesitan nuevos planes, nuevas estrategias pues de esta, como alguien ya ha dicho, no hay vuelta atrás.

Día 45

La noche en la montaña ha sido fría y silenciosa. Disipado el humo y en medio del silencio solo roto por los sollozos de los heridos, alguno hasta se ha atrevido a descansar un poco. En realidad es más como si se hubieran descargado de toda la tensión acumulada y sus cuerpos hubiesen quedado en standby.

Alguien dice que hay que añadir a Tamer y Eliseo a la lista de caídos en combate.

Con los primeros rayos de sol la voz de los walkies habla, en la frecuencia de los supervivientes:

-Aquí Bruno, ¿alguien me copia? ¿Alguien me explica qué puñetas pasó ayer? ¿Qué se supone que tenemos que hacer con los prisioneros? Joder, ¿estáis bien?

Tamer… en el interior del edificio principal de los “ninjas” la cosa se está volviendo un caos y dudas que en estos momentos tu disfraz sea tan bueno como para pasar desapercibido, teniendo en cuenta que ya se han percatado de que había infiltrados en sus filas. ¿Qué haces? Ten en cuenta que las decisiones que tomaras cuando descubriste a Eliseo hablando en esperanto son de carácter retroactivo. Puedes anunciar ahora lo que hiciste en ese momento.

Buenos días, Isla.

EDITADO (18/O2/11)


Tras reagruparse y cuidar a los heridos, la radio suena y es Eliseo quien está al otro lado. Parece que uno de los hombres de negro, probablemente el cabecilla, le ha pasado un texto a leer… son las condiciones de una tregua permanente. Liberarán Eliseo (pues tras la fuga de todos los presos que tenían retenidos y la muerte de Tamer en el proceso) es el único que ahora tienen capturado. Los “ninjas” prometen dejarles en paz si se quedan en su parte de La Isla y no vuelven a aparecer por las montañas. En prenda de buena voluntad liberarán a Eliseo y os prestarán su pequeño patrullero para que llevéis a los heridos a las cuevas (porque creen que seguís en las cuevas). En ese barco volverán a casa los dos prisioneros que tenéis vosotros. Eliseo es liberado y vuelve con vosotros, bastante apesadumbrado (llorando, de hecho) porque se siente culpable de muchas cosas.

Día 46

En el campamento improvisado en las montañas la cosa sigue igual de tensa o peor. Andrés no está muerto, pero le falta poco; pasa la mayor parte del tiempo delirando o inconsciente. Ludio ha pasado la noche con fiebre alta. Se le ha extraído la bala (con bastante dificultad, de hecho, ha quedado muy cerca del hueso) pero parece que la furia y la adrenalina han dado paso a la fiebre. El resto de heridos está bastante bien, aunque uno de ellos no puede caminar; tiene destrozada la rodilla izquierda. Todo el mundo anda un poco distante con Eliseo, algunos incluso le recriminan directamente (ignorando su aflicción o, quizá, cebándose en ella), echándole la culpa de todo lo que ha ocurrido y pidiéndole explicaciones. Eliseo no se quita de encima ninguna de las acusaciones, parece estar demasiado hundido para discutir, aunque sí que hace ciertas puntualizaciones.

-Lamento mucho si mis decisiones os han llevado hasta aquí, tanto como lamento todos los amigos que han caído en combate. Lamento mucho si mis decisiones han arrebatado almas innecesarias… lo lamento, de todo corazón, por todos esos compañeros que ya no volverán a luchar. Pero… el otro lado de la radio estaba mudo… lo último que oí fue que lanzábamos el ataque en muy pocos minutos… el silencio de la radio, lo interpreté porque comenzaba el ataque… preguntadle a Ludio, él estaba conmigo y lo sabe, no recibimos contraorden… no lo digo por quitarme culpa, que si os place, yo la tengo, de Todo. Pero no quiero que dudéis de nuestro compañerismo. Ludio luchó a brazo partido como el que más y no actuó de manera inconsciente. Estaba preparado, alerta, conmigo, y al no recibir contraorden, hizo lo que se le había pedido que hiciera. No juzguéis a Ludio, podéis juzgarme a mí. Ahora será mejor que crucemos al otro lado de las montañas, tomemos ese patrullero y regresemos a las cuevas, o también tendré que asumir la culpa de la muerte de Andrés.

Los supervivientes más suspicaces le siguen acosando a preguntas y él las responde como si fuera un detenido al que acaban de declarar inocente en la puerta de los jugados. Otros supervivientes ya están dándole palmadas de ánimo en la espalda (incluso uno le abraza con cierta emoción).

-Son muchos- trata de responder Eliseo a todo lo que van preguntándole- y están bien organizados.  Más de lo que hubiésemos creído al principio. No parecen entender ningún idioma salvo el esperanto aunque alguno sí que sabe algo más. La prueba está en el texto redactado que me han dado a leer. Tenía un par de faltas de ortografía pero estaba correctamente redactado. No, no creo que tengamos tiempo de enterrar a nadie si queremos salvar la vida de los heridos. Propongo que dejemos aquí a unos cuantos, quizá los rehenes liberados, que están más frescos que el resto, para encargarse de esa tarea. Que luego se reúnan con nosotros. Es solo una idea, entenderé que no confiéis en mi juicio después de lo ocurrido pero os aseguro que quiero salir de esta isla tanto como vosotros. A propósito… ¿alguien me va a decir de dónde cojones habéis sacado ese arsenal?

Tamer… te han pasado una bandeja con el desayuno a primera hora. Por una trampilla bastante pequeña aplicada a la puerta. Incluso te han dejado un tenedor y un cuchillo, no parece preocuparles que te suicides en tu celda. No puedes creerlo, pero no tienes ni una sola herida. Un solo rasguño en el brazo derecho que, de hecho, ni recuerdas cómo te has hecho y un pequeño dolor de tobillos de ¿haber saltado desde una torreta? Puede ser, no estás seguro.

Buenos días, Isla.

EDITADO (19/02/11)


Tras la batalla campal del norte de La Isla en la que, recordamos, murieron unos diez supervivientes y casi cien “ninjas”, los hombres de negro negocian una tregua permanente: ellos liberan a Eliseo y os prestan un pequeño patrullero para que transportéis a los heridos a vuestra parte de La Isla. A cambio piden la liberación de sus dos hombres, los que tenéis capturados, y que no volváis a meteros en su zona. Pero la ensalada de tiros no acaba ahí: ofuscado quizá porque los planes no habían salido como esperabais, abrumado tal vez por las secuelas del combate y probablemente asustado por la sangre de inocentes derramada sobre su conciencia, Fernando pierde los estribos y dispara a Eliseo (tal vez porque le culpe de todo lo sucedido, tal vez porque sospecha de él desde el principio). Pero el “estrés post-combate” se manifiesta en todo el mundo de una manera o de otra y un grupo de personas sin experiencia en combate, armadas hasta los dientes y aún en tensión por la matanza de hacía tan solo unas horas, es un terreno fértil para que cunda el pánico. Y cunde. Asustado por los tiros de Fernando, pillado por sorpresa y sin tiempo a darse cuenta de lo que hace, Raúl, otro superviviente, abre fuego contra Fernando al instante en que este está disparando a Eliseo. Resultado: Eliseo y Fernando caen heridos de extrema gravedad; un superviviente muere y otro pierde un dedo. Finalmente, cuando se restaura (aparentemente) la calma, suben al barco y se encaminan hacia “su parte de La Isla”.

Día 47

Tras prácticamente todo un día de navegación bordeando la costa, el barco patrullero deja a los supervivientes en el cementerio de aviones donde, por cierto, el barco de Javier ya está casi terminado. Viéndolo ahora casi parece que haya pasado una eternidad desde cuando, ilusionados por la idea de poder salir de la isla, se pusieron a construirlo. De las personas que ayudaron a Javier, una de ellas no volverá a ayudar a construir nada más, nunca, pobre M.J. y el otro… pasará algún tiempo (si es que se recupera alguna vez) hasta que pueda volver a hacer un chiste sobre el Titanic y Leonardo DiCaprio.

Los supervivientes son ayudados a desembarcar por dos solícitos hombres de negro que incluso parecen dispuestos a colaborar para que podáis llevar a los heridos a las cuevas. Ante vuestra negativa a que os acompañen (ellos pensarán que no queréis que sepan dónde tenéis exactamente a los prisioneros, y básicamente es eso, pero lo que tratáis de evitar es que tengan conocimiento del emplazamiento exacto del refugio de Steve; en parte seguís vivos porque ellos nunca hubieran imaginado que tendríais semejante arsenal), se muestran conformes, pero diligentemente se prestan a hacer unas parihuelas (bastante efectivas) con las que transportar a los heridos de gravedad.

Ludio esta a punto de desmayarse con resultados nefastos, pues de haberlo hecho habría caído sobre el cuerpo de Andrés que, desde luego, no está para golpes. Pero un hombre de negro, Alma cree que es el mismo que le ha hablado antes secretamente, lo agarra al vuelo y lo sujeta (casi como un amigo borracho a otro amigo más borracho) con celeridad y sin brusquedades.

Tras una caminata que se os antoja más dura de lo que habríais soñado, puesto que decidís dar un rodeo para que los hombres de negro no sepan exactamente donde estáis, llegáis al refugio de Steve. Cuando la puerta se abre, al otro lado están Claude, Miguel y los demás (y Ángela, que ya se figuraba que se iba a reclamar su trabajo después de los confusos mensajes a través de la radio), y Steve que abraza a los primeros en entrar.

-No hay tiempo- dice Ludio, lívido como un espectro-. Sacad a los rehenes.

Y los rehenes salen. Se les ve en forma, se les ve limpios, bien cuidados. Ludio dice que él mismo los llevará al barco de vuelta pero sufre otro mareo y trastabilla, otra vez al borde del desmayo. Decide que no es buena idea y Bruno se ofrece voluntario.

-No me contéis nada, prefiero no saberlo de momento. Llevo a esta gente al cementerio de aviones y se los devuelvo a sus colegas. No quiero saber nada, no quiero saber nada. Los llevo y me vuelvo- y echa mano de su inhalador. Al agitarlo os da la impresión de que está medio vacío.

Bruno sale con los presos antes de que a nadie se le ocurra impedírselo. Se nota que ya se imagina la que ha podido liarse en las montañas. De hecho notáis como hace un esfuerzo bastante grande en no mirar a los heridos. Suponéis que de momento no quiere hacer un recuento mental de bajas o no tendrá fuerzas para cumplir su misión: llevar a los presos al barco.

Se ha habilitado una especie de hospital de campaña en el dormitorio de las literas usando biombos blancos para separar a los heridos de los que no. Parece que aquí contaban con que habría muchos heridos, a juzgar por el número de camas que se han preparado. No creerían que serían pocos heridos y muchos muertos.

Una hora después, Bruno aparece. Misión cumplida. El barco se ha ido rumbo al norte.

TAMER…

Cruzar de nuevo “la plaza” del campamento de los “ninjas” es doloroso y duro, pero cuando cruzas las puertas de la alambrada sin un nuevo disparo en tu cuerpo (no sabrías decir si los dioses iban a dejarte soportar otro más) sientes un nuevo subidón de adrenalina. No sabes si es furia berserker o el “efecto túnel” de los borrachos, pero has perdido la visión periférica y parece que corras sobre algodón de azúcar. Ya ni siquiera sabes si te siguen, ya ni siquiera sabes si te disparan. Sólo te quedan dos sentidos despiertos (y funcionando mal) y son la vista y, desgraciadamente, el tacto.

Corres selva adentro, atravesando las montañas por la costa en un viaje que se te antoja imposible. Sólo sabes que estás lleno de agua salada (dolor, dolor, dolor) y que te has desollado las manos y has perdido tres uñas, pero que estás al otro lado. El modo piloto automático funciona, pero no parece preocuparse demasiado por preservar tu integridad física. Cuando te das cuenta que estás cayendo, deslizándote por la arena y las rocas de una pendiente bastante pronunciada, con la cara pegada al suelo (más desolladuras, más quemaduras, que fea sabe la arena mezclada con sangre) decides que cerrar los ojos y dormir puede ser una gran idea. Y cuando los abres hay una roca bastante grande con un poco de tu sangre haciendo un dibujo que (Rorschach, encantado) parece una luna llena derritiéndose sobre un campo de calaveras. “Oh, he frenado con la cabeza- piensas-, soy un ariete, aquí está el pitorro y aquí la tetera”. Levantarse no sería la palabra que describiría lo que haces a continuación. Si existiera una sería algo parecido a precipitalevantarse. Algo parecido a cuando a un marino borracho, mareado y cojo trata de ponerse en pie en mitad de la tormenta del siglo. Erguir el cuerpo y comenzar a caer hacia adelante moviendo los brazos como si estuvieras en vertical cuando el terreno es completamente llano. Una bonita manera de crear otra mancha rara en otro obstáculo del camino.

-¿Por qué no descansas un poco?- te dice Malevoski, que flota a tu lado como una aparición de Bollywood, rodeado de una extraña luminiscencia rosa. De hecho es un ruido rosa, más que un color, o al menos eso es lo que sientes-. Venga, duerme, que aún queda para llegar a la próxima gasolinera.

Parece una idea cojonuda y… cierras los ojos. Sueñas con barcos azotados por vendavales, con un kraken que se llama Mariposa y con pétalos de escarcha que se posan delicadamente sobre ríos de azufre y llamas.

FERNANDO…

Fernando, estás en Basora (البصرة). 
 
Ni siquiera recuerdas cómo has llegado hasta aquí, pero la situación es tensa. Hay un jeep de la cruz roja que se menea como una tortuga panza arriba en un lado de la carretera. Hay fuego, hay tiros y hay un Malevoski que corre alegremente por lo que reconoces en seguida como uno de los campos de minas que aún no ha sido “limpiado”.

-¡Ven, Fernando! ¡Mira qué bonitas están las flores!- grita sonriente con la voz de otra persona; con la voz de un niño que también recuerdas- ¡Vayamos a bañarnos al lago de los peces muertos!

El cielo está encapotado. Es rojo como el contenido de una transfusión de sangre. Está aguado como un balazo bajo el agua. Te sientes tan… vivo.
EDITADO (20/02/11)


Las últimas 24 horas son la calma que sigue a la tormenta. Se trabaja a destajo en la curación de los heridos y se descansa del caos de la batalla. Javier decide volver a trabajar en el barco para así despejarse un poco, si alguien le acompaña que lo diga. Tamer ha escapado de la zona Ninja y se precipita jungla adentro en mitad de delirios y mareos.

Día 48

Amanece en el refugio.

La noche ha sido dura. Todo el que ha podido ayudar ha ayudado a curar a los heridos. Andrés está un poco mejor, pero no parece despertar. Eliseo está bastante estable y Fernando parece que se va un momento y al siguiente parece estar mejor, pero tampoco despierta.

Anoche, Javier decidió que esta mañana volvería al cementerio de aviones a mantenerse entretenido trabajando. Si alguien quiere ayudar, que se una,.

El desayuno es algo que os devuelve la vida, casi. Algunos de vosotros es la primera vez que estáis aquí y os fascina el hecho de comer huevos, bacon, pan, etc…

Durante el desayuno se tratan los temas que os preocupan.

Amanece en algún lugar de la jungla.

-Tamer, despierta, que han venido los Reyes- dice Malevoski.

Cuando abres los ojos, Tamer, descubre dos cosas: la primera es que estás tumbado en una cama blandita; la segunda, que te han curado las heridas, vendado y atado. La habitación es muy pequeña, el hueco de la cama (individual) en la que estás y quizá un poco más, como para meter una silla, de ancho y el largo de la cama y un poco más de largo. No hay adornos en las paredes de tablones de madera y sobre la cama, en el techo, una única luz, una lámpara fluorescente. Al fondo a la izquierda una puerta cerrada.

Ya no duele tanto, pero te sientes cansado, agotado y enfermo.

Amanece en Basora.

Fernando, Malevoski y M.J. están sentados alrededor de una mesa jugando a las cartas. Las apuestas, que son depositadas en un cuenco azul con la palabra CHOCOLATEATE escrita en uno de sus lados, consisten en chapas identificativos del ejército. Muchas.

-Yo veo al loco y subo la papissa- dice Malevoski lanzando dos chapas más al interior del bol azul.

Ahí afuera se oye un bombardeo cercano.

233 comentarios:

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Vórtice Marxista dijo...

En el refugio de Steve se comienza a atender a los heridos. La mayor parte de los esfuerzos se centran en Andrés, Eliseo y Fernando. Pero todo el que lo necesite está siendo atendido. Parece que en el refugio hay material de quirófano más que de sobra.

FERNANDO

-¿Yo? No... el que te has muerto has sido tú- dice Malevoski-. Pero no pasa nada. Ese también ha muerto y la verdad es que todavía sabe jugar al póker.

Señala a M.J. que está pegando saltos sobre el campo de minas vestido de marine americano. Mientras salta grita:

-Yo mato inocentes, mato, mato, mato inocentes... están ahí abajo, muertos, es mi trabajo, cuánto lo siento...

Virginia dijo...

Atiendo a los heridos tal y como me indique Ángela, Steve o quien sea con conocimientos de medicina (o algo parecido). Me centro en Eliseo, si puedo. Tengo la corazonada de que sabe más de lo que cuenta y le necesitamos vivo para que nos diga dónde está Tamer (o sus restos).

Durante estos dos últimos días siento tanto estrés que me he puesto el piloto automático. No quiero pensar qué voy a hacer cuando se agote la adrenalina y la acción. A lo mejor me da por pegarme un tiro entre ceja y ceja o desnudarme y salir corriendo selva adentro, a lo Lady Godiva sin caballo.

- Alma... no dejes que me venga abajo después de esto. Tengo que salir de esta puta isla. Tengo cosas que hacer. Cosas importantes. -la miro a los ojos- Tengo que casarme, maldita sea. Tengo que asistir a mi puñetera y jodida boda, de blanco, con orquesta y canapés y los invitados con corbatas en la cabeza cantando Paquito el Chocolatero.- nudo de la garganta desatándose en tres, dos, uno- ¿me entiendes, tía? Tienes que ser mi dama de honor, hostias. - miro al resto - Y vosotros mis puñeteros padrinos. Así que en marcha: a curar a esta gente, encontrar a Tamer y a Malevoski, y tratar de salir de este Perejil de pacotilla.


Vaya. Se va a creer el pelote éste que va a poder conmigo y con mis cojones.

Unknown dijo...

Al oir las palabras de Virginia me incorporo como puedo un poco exaltado. -¿Que Malvosky ha desaparecido? Nunca me ha caido bien ese tio, y ahora que ocurre todo esto ¿desaparece? Se ha hablado de topos ultimamente, yo no descartaría a Malevosky, así que cuando lo veais tened cuidado y desconfiad.-

Dhyrxios dijo...

(Javier)
Ayudo ha entrar a los heridos una vez hecho esto dejo el arma.
-Me apetece una ducha quitarme esta ropa.

Virginia dijo...

- Ludio, Malevoski lleva días sin aparecer. Al principio nadie le dió importancia, por aquello de que está un poco ido y tal, pero la verdad es que después de todo esto... pues la verdad es que es preocupante. No había caido en que puede ser el topo, a todo esto...

Donser dijo...

Despierto. Me despierto. Me sacudo los caracoles y es el dolor de pronto, el que me sacude a mí. No sé dónde estoy. Pero sí que me duele hasta el culo.
Trato de hacerme una idea de dónde estoy, alucinando por el dolor y las balas ardiendo en mis heridas.
Trato de recordar lo que puedo hacer en mi estado para tratar las heridas (aparte, por supuesto, de mearme en ellas... por eso de desinfectarlas) y ponerme en marcha.

Virginia dijo...

Me acerco a Ludio un poco para ver si le está subiendo la fiebre.

- Tío, no empieces a alucinar, que bastante tenemos ya, ¿eh? - le pongo paños fríos en la frente - a ver si te va a dar por hacer una tontería o algo así, que tú a veces parece que no llevas a nadie pilotando aquí arriba - le doy un golpecito en la sien con un dedo, guiño un ojo y sonrío - ¿Qué opinas de lo de Tamer? ¿Crees que está muerto como dice Eliseo... o que aquí sigue habiendo gato encerrado?

Vórtice Marxista dijo...

Las últimas 24 horas son la calma que sigue a la tormenta. Se trabaja a destajo en la curación de los heridos y se descansa del caos de la batalla. Javier decide volver a trabajar en el barco para así despejarse un poco, si alguien le acompaña que lo diga. Tamer ha escapado de la zona Ninja y se precipita jungla adentro en mitad de delirios y mareos.

Día 48

Amanece en el refugio.

La noche ha sido dura. Todo el que ha podido ayudar ha ayudado a curar a los heridos. Andrés está un poco mejor, pero no parece despertar. Eliseo está bastante estable y Fernando parece que se va un momento y al siguiente parece estar mejor, pero tampoco despierta.

Anoche, Javier decidió que esta mañana volvería al cementerio de aviones a mantenerse entretenido trabajando. Si alguien quiere ayudar, que se una,.

El desayuno es algo que os devuelve la vida, casi. Algunos de vosotros es la primera vez que estáis aquí y os fascina el hecho de comer huevos, bacon, pan, etc…

Durante el desayuno se tratan los temas que os preocupan.

Amanece en algún lugar de la jungla.

-Tamer, despierta, que han venido los Reyes- dice Malevoski.

Cuando abres los ojos, Tamer, descubre dos cosas: la primera es que estás tumbado en una cama blandita; la segunda, que te han curado las heridas, vendado y atado. La habitación es muy pequeña, el hueco de la cama (individual) en la que estás y quizá un poco más, como para meter una silla, de ancho y el largo de la cama y un poco más de largo. No hay adornos en las paredes de tablones de madera y sobre la cama, en el techo, una única luz, una lámpara fluorescente. Al fondo a la izquierda una puerta cerrada.

Ya no duele tanto, pero te sientes cansado, agotado y enfermo.

Amanece en Basora.

Fernando, Malevoski y M.J. están sentados alrededor de una mesa jugando a las cartas. Las apuestas, que son depositadas en un cuenco azul con la palabra CHOCOLATEATE escrita en uno de sus lados, consisten en chapas identificativos del ejército. Muchas.

-Yo veo al loco y subo la papissa- dice Malevoski lanzando dos chapas más al interior del bol azul.

Ahí afuera se oye un bombardeo cercano.

Virginia dijo...

Yo decido quedarme por hoy en el refugio de aviones, ayudando a los heridos (y descansando yo también, qué cojones). Voy a sondear a la gente para ver qué hacemos con lo de Tamer (vivo o muerto) y con lo de Malevoski (buscarle o no). También si vamos a volver a las cuevas o nos vamos a quedar por aquí.

Donser dijo...

(TAMER)
Puajj.
Otra vez encerrado. Y ahora, además me atan.
Paso. Pupa. Miro con detalle la habitación. Me aburro.
Miro la luz. Me aburro.
Me intento mirar la punta de los pies. ME aburro más. Y DUELE EL ESTIRAMIENTO.
ME estoy quietecito, a la espera. A ver qué webos ocurre.

Vórtice Marxista dijo...

Tamer, de puro aburrimiento vuelves a caer en un pesado y brumoso sueño donde Malevoski, siempre flotando en el aire y rodeado del "ruido rosa", charla contigo sobre el volcán de La Isla.

-Hombre, yo creo que las tres primeras... bueno, las que en realidad son las tres de en medio... vale, que la técnica está mucho más conseguida porque... coño, ha pasado un huevo de años y hay más medios... ya por ordenador se puede hacer casi cualquier cosa... pero me siguen gustando más las otras tres... que son más auténticas... las otras desprenden un tufillo a ...-de pronto le cambia la voz a la de un niño (quizá una niña pequeña)- Oiga, usted huele a pipí.

Abres los ojos y efectivamente la frase ha sido pronunciada por una niña de unos nueve años, quizá diez, rubia como los girasoles, pecosa como un cielo estrellado y con la piel del color que toma una piel blanca por naturaleza cuando pasa años recibiendo sol. Va vestida con un vestidito de flores bastante anticuado, de esos de cuello redondo como con solapa redonda (sí, sí, esa niña ha resuelto un problema matemático ¡es una bruja!). Lleva las manos a la espalda y al ver que abres los ojos se sorprende mucho y da un paso hacia atrás.

Sabes que alguien te ha curado y cosido... ¿será esta niña?

Haces amago de incorporarte todo lo que puedas y la niña abre mucho los ojos, asustada, y saca las manos de la espalda. Lleva una pistola más grande que su cara. Y te apunta directamente.

-Seguro que ni siquiera sabe...- comienzas a pensar, pero la niña quita el seguro, abre un poco la puerta con la mano libre (dioses, si no puede con el arma con una sola mano, se va a volar un pie) y dice, mirando al exterior y a ti a la vez, de reojo.

-¡Wendy! ¡Wendy!

Unknown dijo...

OFF: Estoy flipando con las escenas de Tamer!!!! Y con las de Fernando también, claro... con el Malevoski en plan caminante de los sueños xD y lo de la niña ya ha sido lo más!!!

Virginia dijo...

OFF: Perdón, el último comentario era mío ^^ Que estaba haciendo una cosa en el correo del museo y se me ha olvidao cambiarlo! ¡¡¡ARRIBA ISLA, AGUANTEN, CARAJO!!!

Donser dijo...

(TAMER)
Bien, ahora con más cuidado que un ciego en una orgía, miro a la niña.
-Esto... ¿Wendy? Ehm... Mira, tranquila vale, sólo me quería levantar un poco, me duele, ehm... la espalda. Entre otras cosas. ¿Quién me ha curado? ¿Has sito tú?... Pro cierrto, no me he presentado. Puede que porque estaba inconsciente. Me llamo Tamer.

Unknown dijo...

-Virginia, gracias por preocuparte, tal vez he estado delirando un poco después de todo lo sucedido, pero ya me encuentro más centrado,... ¿Cómo supísteis que nos hanbían capturado, fue porque trardábamos en regresar?- Ahora me aparto para que nadia más oiga lo que le voy a decir, buscando un poco de privacidad.-A mí no me ha parecido que haya actuado como si no "pilotara nadie", de hecho creo que ha habido otros que sí lo han hecho, pero si lo hago me alegro de que estés ahí para ponerme los pies en la tierra. Como no quiero que pase lo mismo con más gente deberíamos guardar las armas y tenerlas controladas y que haya unos responsables que las administren.Con respecto lo de Tamer, no soy muy optimista, lo siento.-

Vórtice Marxista dijo...

Y entonces entra Wendy. Tendrá unos trece o catorce años, más o menos, aunque podría entrar en una discoteca enseñando esa cara. Para empezar por lo más llamativo tiene un parche en el ojo izquierdo, los rasgos duros y serios de un adulto y la vestimenta... al ser una chica alta (y muy, muy delgada), el uniforme de un hombre de negro le queda holgado y bailón, pero es sin duda uno de su talla y la procedencia es esa, sin duda, taje olvidado por ninja.

Entra, le baja el arma a la primera niña y mirando a Tamer dice:

-Amiko aŭ malamiko?

Donser dijo...

(TAMER)
Me la juego.
-Amiko -murmuro-. Amigo. Venn -pruebo en noruego.
Mi madre, me libro de un ejército de ninjas armados hasta los dientes y me van a matar dos niñas.
-Gracias... por... curar mis heridas... -y rezo por que me entiendan.

Vórtice Marxista dijo...

-Habla cristiano, Wendy- dice la niña número 1.

-¡Calla!- le insta Wendy- ¿Hablas español? ¿Eres uno de los Sombra? ¿De dónde sales? No tienes pinta de Sombra. ¡Habla!

Donser dijo...

(TAMER)
-Me llamo Tamer. No creo que sea un Sombra de esos que mencionas. Los hombres de negro me dispararon mientras liberaba a mis amigos, y otro... bueno otro de ellos hizo algo por lo que pagará cuando lo pille -respondo, solícito yo, tratando de no sonar paternal-. ¿Y vosotras? ¿Sois amigas o enemigas?

Vórtice Marxista dijo...

-Nosotros somo los niños perd- comienza a decir Niña Número 1 pero la tal Wendy le da un sopapo y le dice que se calle.

-Vuelve al salón y cállate- y le abre la puerta. La otra se va haciendo pucheros, va a reventar a llorar en 0,2.

Se acerca a la cama y te mira con severidad. Se abre un poco la chaqueta y deja ver un cuchillo enorme que lleva metido en el dobladillo del pantalón en una funda que parece del ejército estadounidense.

-Nosotras somos las buenas. Aquí las preguntas las hago yo. ¿Cómo has llegado aquí?

Donser dijo...

(TAMER)
-Corriendo entre las balas -respondo-. Los de negro capturaron a algunos de los nuestros. Me hirieron mientras escapaba. Todos se fueron, yo no los encontré, porque alguien me traicionó. Y hube de escapar por mis medios. Me hirieron, y me metí en la selva huyendo de ellos. Apenas veía por dónde corría. Sólo sangre y dolor entre balas -sonrío-. Pero creo que debo agradeceros que me hayáis curado, ¿no?

Vórtice Marxista dijo...

-Todavía no estás del todo bien. Una de las balas te ha hecho cisco. Tienes que reposar y ponerte bien. Luego decidiremos qué hacer contigo.

Y se levanta y se dirige a la puerta sin mediar ni una palabra más.

Donser dijo...

(TAMER)
-¿Quienes eres?-pregunto a la... puerta.
Au. Dolor. Mierda. Me recuesto un poco. Paso. Dormiré un rato hasta ver qué puedo hacer cuando me recupere un poco.
Paso el tiempo luchando contra el dolor, reconociendo mis extremidades, mis capacidades, ver qué y cómo me duele.
Dioses... al menos descanso un poco... Si al menos... pudiera levantarme a mear...
¿Quiénes serán? Es que en esta isla no hay nada... normal, maldita sea! ¡¿Qué será lo próximo, un oso polar?!
Espero a que vuelvan, para sacar algo en claro.

Vórtice Marxista dijo...

Wendy se vuelve en la puerta al oír tu pregunta, se para, titubea y finalmente dice:

-Yo soy Wendy, Tamer. Y soy lo único que hay entre los Sombra y tú. Así que no me toques las pelotas- cuando dice eso notas una pequeña bajada en el tono de voz, como cuando los niños dicen un taco pero les da un poco de respeto decirlo en voz alta-. Ahora te traigo un algésico o algo así. Si quieres hacer pipí o algo así me das un grito, ya veré si vengo.

Y se va. Al rato vuelve con un bote de aspirinas y un vaso de agua. Sopesa el bote, finalmente saca tres y te las mete en la boca y te ayuda a beber.

-Buenas noches, esquiva-balas- y se va.

Donser dijo...

(TAMER)
Pues a esperar tocan. Drooooogas, drogas bueeeenas contra el dolor.
Me sumerjo en un sueño que espero sea algo curativo.
Espero, sin embargo con cierta ansiedad poder hacerme una idea de todo. De quiénes son, cómo han sobrevivdo y por qué los "Sombra" como ellos los llaman podrían tener interés en estas niñas.
Espero el amanecer. O mi próximo despertar con sumo interés.

Virginia dijo...

- Ludio, en cuanto te encuentres un poco mejor nos vamos a encargar de lo de las armas. De lo vuestro nos enteramos porque desde el refugio tenemos acceso a toda la isla, a través de las cámaras. Por eso decidimos ir a buscaros, y después ya pues... pasó lo que pasó. ¿Sigues pensando que hay un topo entre nosotros? Porque yo tengo una mosca detrás de la oreja más grande que la boca del volcán, tío. - cojo aire, suspiro - Lo de Tamer me tiene preocupada. Si está muerto, ¿qué han hecho con el cadáver? - se me enciende la bombilla - Steve... ¿seguimos teniendo acceso a las cámaras de los ninja? ¿tenemos imagenes de lo que ocurre en su bunker particular?

Vórtice Marxista dijo...

-Nunca hemos tenido acceso a lo que haya detrás de las montañas, Virginia, lo siento. Lo que sí que tenemos es de esta lado de las montañas. De hecho os vimos desde aquí pasar con el barco. El problema es el mismo de la otra vez, que la memoria es muy limitada, podemos revisar las grabaciones de hace menos de 20 horas. Pero claro, según me habéis contado el cadáver de Tamer... en fin, parece que hay un problema. No me gusta ser yo el que lo diga, pero si estaba vivo lo habéis sentenciado a muerte. Les dijisteis por radio que u os daban el cadáver de Tamer o no cumplíais vuestra parte del trato. Si tienen tan pocos escrúpulos como parece, si seguía vivo en ese momento lo habrán matado para seguir adelante con su plan, sea el que sea. De todos modos, podemos estudiar las grabaciones, si queréis. Cuanto antes empecemos mejor, por lo de la capacidad de la memoria.

Vórtice Marxista dijo...

Tamer, te pesan los párpados. Quieres mantenerte despierto para poder analizar mejor la situación y estar alerta, pero todo esto te tiene al borde la inconsciencia. Sigues manteniéndote despierto.

-Tienes mucho sueño- dice Malevoski, que está delante de la cama vestido de esmoquin con un reloj de bolsillo penduleando frente a sí-. Te pesan los párpados. Cuando cuente tres estarás profundamente dormido... Uno...

Cierras los ojos, crees que ha sido solo un instante. A tu lado, en la cama, tapado hasta la barbilla, Malevoski parece ir vestido de la abuelita de Caperucita en el cuento.

-Dos...

Otro parpadeo y Malevoski gatea por el techo de la habitación como cierto niño muerto de cierta película, con el cuello torcido en la posición contraria a la habitual (y saludable). Te sonríe y tus párpados se vuelven de plomo.

-¡Tres! ¡Toni Kamo, dormi!

Virginia dijo...

- Vamos a ver esas grabaciones. Y Steve... les hemos dado lo que querían. Ahora les toca a ellos cumplir su parte del trato. No sé por qué, pero necesito pensar que esto es una especie de pacto entre caballeros. - miro a Ludio - si te encuentras bien, quizá quieras acompañarnos a ver la tele un rato. Así te enteras de cómo funciona el cuchitril de Steve - sonrío a los dos - Tamer está ahí fuera, en alguna parte, espero que vivo. Vamos a encontrarle.

Donser dijo...

(TAMER)
zzzzzzzzZZZZZZZZZZzzzzzzzzzzZZZZZZZZZZZZZZBZZZZZZZZZzzzzzzzzuzzzzzzZZZZZZZValkiriazzzzzzzzezzzZZZZZzzzznzzzazzCuletezzzzszZZZZZZZzzzzzNzzzZZZZZZZZZZZZZZZValhallazzzzzzzzZZZZZZZzzzzzzzzzozzzzzzzzzzzzzzZZZcZZZZzzZZZZhZZZzzzzzzzzzZZZZZZZZZZZZZZZeZZZZZZZZzzzzzzzzzzzzsz

Virginia dijo...

Me siento con Steve y Ludio (si no dice lo contrario) a revisar cintas, de manera casi obsesiva. No quiero que se me pase nada, ni un detalle. Tengo una libretita al lado y el mapa de Alma (si me lo presta) por si hay que marcar algo importante. Le doy tientos a la cerveza y me pongo en modo trabajo /on 100%.

Unknown dijo...

-Muy interesante lo de las cámaras y claro que te acompaño a su visualización.- esto nos mantendrá distraidos y aunque antes estaba más negativo ahora encuentro en estas cintas algo de esperanzas. -Quiero volver a ver al tecnovikingo,...-

Dlobo dijo...

(FERNANDO)
Ummm, murmuro mientras miro mis manos vacias.
- Veo tu papisa, y añado la torre-, mientras añado tres chapas mas.
-M.J. te toca-

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