lunes, 9 de agosto de 2010

comas suspensivas #6


ADVERTENCIA. Este artículo es muy largo. Para aquellos vagos que se quejan de la extensión de mis textos, aquí les dejo la historia MUY resumidita, para que no tengan que molestarse en leer la entrada original. SPOILER
Relato. Dillinger ha vivido como si la vida no fuera con él; como si no le fuese necesario. Ha pasado por el mundo sintiéndose vivo tan solo a ratos. El resto del tiempo mínimamente ha subsistido como uno más en una cadena de montaje a la que alguien ha llamado vida. 
Dillinger ha recibido una llamada telefónica en la que se le ha informado de que, por la Orden 456 del presente Acta Federal ha de ser ejecutado al amanecer, en virtud de la Constitución y en aras de controlar el número de seres humanos capaces en la sociedad moderna. 
Dillinger ha llorado, primero disimuladamente y con reservas, luego a moco tendido, gangoso al teléfono. Ha preguntado si tiene remedio, si existe esperanza. Ha colgado tras saber que no. 


Dillinger había guardado durante años la secreta ambición de ser alguien. Había reunido algunos ahorros para que el futuro le fuese favorable. Había hecho testamento, había solventado todos los problemas que le habían asaltado y había casi descubierto la fuente de la eterna felicidad en un trabajo estable aunque monótono que le había remunerado alguna que otra satisfacción inmediata. Se había jubilado pronto.

Todo lo que Dillinger hubo conseguido cada vez que hubo intentado sobresalir por encima de la masa gris de ciudadanos no le reportó mayor beneficio que todo lo anterior que hubo hecho pensando tan sólo en sí mismo. 

Dillinger pensó, tras la llamada, que querían su cabeza por algo más que por la estúpida Orden 456. Dillinger se sentó en su sillón favorito y barajó toda una cosmogonía de posibilidades que pensó válidas para afrontar la situación. Planeó una fuga en su cerebro, con todos sus detalles, rememoró un suicidio como si ya hubiera sucedido y recreó en su cabeza cada una de las reacciones de la gente que le conocía; ensayó un cambio de identidad y escribió en un papel los gestos, los datos, las actitudes de su nuevo alter ego. Imaginó mil cábalas más, pero no encontró una respuesta. El hombre que llamó le condenó a muerte. Dillinger tembló. 

Toma entonces una decisión: luchar. Baja al sótano con expresión lúgubre. Desentierra el baúl de las armas, le quita el polvo y lo abre. Desenreda su escopeta de dos cañones, bajo el hacha de doblre filo, de las boleadoras y la red de pesca. Comprueba que en alguna parte queda munición y guarda una docena de cartuchos en los bolsillos de su chaqueta. Dillinger sonríe a la oscuridad y la oscuridad le devuelve la sonrisa. Piensa en Amanda, en las noches de verano, en las misas matutinas, en los cunninlingus otoñales. Dillinger sabe lo que hay que hacer. Dillinger sube de nuevo las escaleras. 

Dillinger buscaba el número de la Comisaría Federal en la guía de teléfonos y el tiempo pasaba. Se rascaba la cabeza con gesto ausente mientras acariciaba el arma, fría y terrible, que descansaba sobre su regazo como un gatito ronroneante. Surcaba con su dedo la página que ya anunciaba, alfabéticamente hablando, la proximidad de lo que necesitaba. Allí estaba. Dillinger necesitaba hacer esa llamada. 

Comisaría Federal, Oficina de Requisos, Embargos y Ejecuciones, habrían contestado al otro lado del auricular. 
Me llamo Dillinger y voy a matar a sus verdugos en cuanto lleguen, habría respondido Dillinger, armándose de un valor que no habría tenido jamás sin vacilar.
Los de la Oficina Federal habrían respondido entonces que no habría manera de detener la Orden 456 y que habría entonces que enviarle a un Grupo Especial. 

Todo habrá acabado en unas horas y Dillinger lo sabe, pues aunque habrá planeado al milímetro los sucesos cronológicos desde la primera llamada hasta el amanecer, su llamada de vuelta habrá activado una serie de procedimientos de urgencia que habrán adelantado la hora de su más que probable ejecución varias horas. No habrá salido el sol y Dillinger ya habrá muerto. 

Por más que Dillinger ame la vida, a pesar de que no sepa vivirla como lo haría cualquier ciudadano normal; por más que la Oficina Federal pretenda que los seres humanos coexistan en una sociedad mejor formada y más capaz; puede que nunca lleguen a ponerse de acuerdo los unos con el otro ni el otro con los unos. 

Si acaso aconteciere algo diferente a lo ya imaginado, si cuando abrieren las puertas a gritos y patadas no le hallaren pasivo y mudo, a expensas del castigo... los que pasaren primero la puerta de entrada... si apenas pensaren distinta ubicación para Dillinger que entre las sombras bajo el aparador... si en ese caso disparare certero y atinaren sus cartuchos a esos primeros... si fuere ese el caso quizá pudiere...

Si atesorase este momento en su cerebro herido, si fuese capaz de ello... si esperase agazapado en las sombras, el arma a punto y el corazón helado... si entrasen a golpes, ufanos de su superioridad... si entonces disparase tantas veces como balas aguantase el cargador......

Puede que Dillinger haya estudiado todas las posibilidades de la avanzadilla de la Comisaría Federal. Puede que ellos hayan también planeado que Dillinger no es tan tonto y hayan supuesto cualquier eventualidad. 

Si tan solo hubiera tomado una última precaución y hubiera tapiado la puerta...

Sonarán pasos y voces susurrantes al otro lado de la puerta del domicilio. Contará mentalmente Dillinger a seis posibles verdugos. Escuchará los clicks de sus armas a punto. Oirá como primero comprobarán si la puerta estará abierta o no. Inventará que siente como alguno de ellos dará la orden y temblará. Se orinará en sus pantalones de pijama y entonces, solamente entonces, decidirá que morirá el Verdugo Mayor. Besará el carnet de verdugo jubilado y la foto de sus niñas muertas y conducirá los dos cañones de su arma a su barbilla. Apretará el gatillo. Y todo volverá a empezar.


3 comentarios:

Dr. Elektro dijo...

A ver, que aun no he comprendido el sistema este. Como leo el original? Cual es el resumido? Es que estoy una mijita espeso o tu no te explicas bien, jeje

Vórtice Marxista dijo...

Pinchando la palabra SPOILER lees el resumen. Para leer la entrada original pues como siempre. Lee la entrada y ya está.

Ay...

Twin dijo...

Mola la historia. Es más, no se hace pesada. Te tiene en tensión todo el momento :P