martes, 22 de junio de 2010

historias fermosas #1

HOY en HISTORIAS FERMOSAS
Juan Jidalgo, ese gran desconocido
El Cantar del Mio Primo Fernandito

Poco se habla, cuando se hace referencia a los cantares de gesta a la obra del salmantino Juan Jidalgo. Adelantado a su época y amigo de sus amigos, escribió 167 poemas épicos de dimensiones desproporcionadas incluso para el canon de aquellos entonces. Su fama de borrachuzo violento, su repentina muerte por una halitosis prematura y sus problemas con la justicia, le han convertido en un proscrito de la literatura española. Pero su obra le sobrevive y no estamos aquí para hablar de sus deudas, sus cuitas ni su "pequeño altercado con el pato del vecino y la botella de vino blanco sin tapón". Estamos aquí, además de porque no tenemos nada mejor que hacer, para hablar un poco de su obra. 



       Nos centraremos hoy en la que sin duda fue su opera magna, "El Cantar del Mio Primo Fernandito" u "Oda Ilustrada de la Vida y Hobra del Mio Primo Fernandito, el de la Paca". Su obra más arriesgada y la más desconocida para el gran público. 
       En este cantar de gesta, Jidalgo narra las aventuras y desventuras de un primo suyo que era caballero errante. Nos cuenta la historia de cómo, él solito, se cruzó Castilla con su burro Cojitranco cargado a la espalda (pues facía mala testa luego de averse estado unha semmana cagando por la pata baja) y se enfrentó, armado solamente con una espada rota y oxidada y un escudo de latón contra, por lo menos, mil moros que le salieron al encuentro.


A su vez, el Cantar del Mio Primo Fernandito, narra el amor que sentía el héroe Fernandito por una moza del castillo y su afán por seducirla recitándole versos y tirándole piedras. He aquí un fragmento de la Tirada 3137, en el que Fernandito trata de declararse pero no le dejan las circunstancias. Pongan especial atención al ritmo y al uso de vocablos recatados, sustitutivos de bajos venablos, muestra clara del amor cortés que siente:

                    (...)Sesaenta enemigos entre moriscos y sarracenos
                       Mio Fernandito buscóle al caballo el freno
                       Alvar Manolinez a la su diestra de lleno 
                       Le diço que a lo mejor el amor era lo de menos
                       Fabló Mio Fernandito, con la su espada de estreno:
                       Por la mi dama, Alvar Manolinez, la vida, vive el cielo
                       A lo que el fiel escudero le diço cagado de miedo
                       Lo que quiera vueça merced, Mio Fernandito, pero
                       Que io non conoçco a la su dama y non diremos
                       Que para lo que me paga vaya io a facer el memo
                       Cargando a galope contra medio infierno
                       Por una seniora que igual ni a ver volvemos
                       Mas en volviéndose con la faz altanera y el rostro sereno
                       Respondióle Mio Fernandito, que Dios acoja en el su seno:
                       Alvar Manolinez, piça, non me seas tocahuevos
                       Sabed, por Dios, que la mi dama, en prenda de aquesto
                       De aquesta empresa en que la vida ponemos
                       Daráme en prenda su amor y su más íntimo secreto
                       Alvar Manolinez, que no era lerdo pues era de Toledo
                       Caviló unos segundos y contestó sonriendo:
                       Acabáramos, Fernandito, haber empezado por eso
                       Que si os habéis jugado con la dama al tiempo
                       De volver de la guerra contra el vil moruno ileso
                       Que diéraos ella las sus bragas con empeño
                       Cálleme yo la boca de pronto y conforme os siga presto
                       Pues toda guerra y toda batalla que se precie en serio
                       Fue y será por una prenda, de amor o de deseo
                       Y no seré io quien os quite la ilusión y el celo
                       De facer vuesas guarreridas como héroe del reino
                       Vamos presto entonces a la carga, caballero
                       Y Mio Fernandito, eterno incomprendido pero
                       Con ganas de plantar cara al sarraceno
                       No quiso responder al malentendido de su compañero
                       Y cargó espuelas contra el moro con menos
                       Piedad que una piara de jabalíes ambrientos (...)


Mio Fernandito, después de casi tres años de batallas, heridas y luxaciones de codo terribles, regresa al fin a Castilla, aún con el burro a hombros, y recibe de los lores y damas del castillo diversos loores y aclamaciones de buen grado. Ha vuelto, como en todo poema épico, el héroe al hogar. Ha dejado de ser un proscrito y su Amor, aquello que lo mantenía vivo, está más cerca de lo que nunca ha estado. He aquí un fragmento de la Tirada 8889943, cuando es recibido a la entrada del castillo por la multitud enfervecida:

                      (...) Salíanle al paso lanzándole rosas, claveles i maceteros
                            La corte completa del Rei i sus mesnaderos
                            Y toda la plebe que non estaba lustrándole al Rei el trasero
                            Y todos los niños, los cojos, los ricos, los meseros
                           Albricias gritaban y veíaseles el plumbeo plumero
                           Pues face tres años cuando Mio Fernandito el guerrero
                           Partió con deshonra por el asunto aquél del pato y el clero
                           Cada uno dellos gritóle improperios y escupióle certero
                           Mas agora que el tonto del pueblo volvía caballero
                           A nadie interesaba que se recordara aquel derrotero
                           Tan solo un fulano con cara de perro, un viejo tabernero
                           Que a la sazón era el dueño del pato vejado fue terco
                           Y gritóle marrano al Mio Fernandito, el buen aventurero
                           Y tiróle un hueso de pomelo que dióle con tiento
                           Entre ceja y ceja y dejóle más bien entre bizco y tuerto (...)


Halló a su Amor, Fernandito, la moza del castillo llamada Escaffina, vaya usted a saber por qué, que no habia salido a recibirle. Hete aquí uno de los pasajes más románticos del cantar. Tirada 7815727 bis:

                      (...) I allí estaba la su amada, la bella Escaffinna
                           Que non fue a recibirlo pues trabaiaba en las cocinas
                           En un guiso de pollo con nuez y paternina
                          Mas viole entrar de pronto y pusósele la piel de gallina
                          I el Mio Primo Fernandito corrió raudo a la esquina
                          En que se encontraba, a sus brazos de plata fina,
                         A la su voz de ocarina, a la su tez de agua cristalina
                        I ella también corrió, mas hacia la otra esquina
                         Gritando "a mí la guardia" y despertando a las vecinas
                        Mio Fernandito iba contándole sus cuitas y sus diatribas
                        Corriendo que se las pelaba por toda la cocina
                        Dándole la cuenta de los moros que ensartara en jabalina
                       Y los cotos, los castillos y los reinos que tomó cual aspirinas
                        Y Escafinna iba contandole todos los encantos y caricias
                       De los mozos que la cortejaban y ella consentía
                       Pues andaban bien armados y no con puñal de mentirijillas
                       Como aquél de su cinto que era una porquería
                       Y Mio Fernandito haciéndos el mozárabe por no oilla
                       Que tenía guasa haber tomado media Castilla 
                       Para que luego la su amada cogiera carrerilla
                       Amada mia, clamaba medio afónico, Amada Escaffina,
                       Por vos he trocado el acero en mantequilla
                        Mas ella, que era joven mas non tontita, le respondía:
                        Igualico que los mis muslos de blanca nieve fina
                        Se trocaron en brasas con el hidalgo Juan de Armina
                      I Mio Fernandito, insistente, con voz queda le decía:
                      Io por vuestro amor he ensartado a dos millones de moriscos por Castilla
                       A lo que ella, aún huyendo, le respondía:
                       A mí me ha pasado lo mesmo, Fernandito, sin salir de la cocina (...)


Y para terminar hablaremos de los versos correspondientes a la última parte, a partir de la Tirada 8950476532, también conocidos como "los versos de la controversia" o "¿qué me estás contando?". Estos versos, oficialmente parte del Cantar del Mio Primo Fernandito, han sido durante años objeto de conjetura, mofa, befa y escarnio. Algunos estudiosos de los cantares de gesta afirman, sin pruebas fehacientes, que no fueron escritos por la pluma de Juan Fidalgo y que, además, ni siquiera son de la época:

                       (...) Vuelto del castillo de nuevo a la guerra y casi derrotado
                          De amor abandonado y sintiéndose desamparado
                          Con catorce millones de moros rodeando su carro
                          Mio Primo Fernandito subió nuevamente al caballo
                         I non quiso mirar hacia el reino del que fue expulsado
                         Mas cargó contra los moriscos a trote endiablado
                         Probablemente por su GPS o por Dios tan bien guiado
                         I con la su sierra eléctrica desmembró en siete pedazos
                         A todo aquél cabezatoalla que se le hubo acercado
                         I allí se murió, después de a todos haber derrotado
                         I sin un pelo del flequillo haberse despeinado
                         El Mio Primo Fernandito, el del caballo alado
                         I el último suspiro antes de que el cigarro se hubo apagado
                         Fueron unas palabras para su amor rechazado:
                         Si ovviera sabido que eras en pendón desorejado
                         Non voi a la guerra, sino que te corro a guantazos.

                         I açi acaba la historia de Fernandito el Cuitado
                         Que vivió como un guerrero y murio como un pringado
                        Y colorín colorado, este Cantar de Gesta ha terminado.





3 comentarios:

Virginia dijo...

xDDD Fidalgo caballero, lo mejorcito de vuestra producción. Tiemblen Garcilasos y Berceos. Voy a publicitarlo como se merece para que todo el mundo conozca la historia del Mio Primo y su caballo Cojitranco xDDDD

Ah, y ¡te quiero!

Vórtice Marxista dijo...

Yo sí que os quiero, la mi dama.
Ya veremos cuál es la próxima Historia Fermosa. ¿Qué creéis? ¿Cual es el rango que habría que darle a esta sección? Quiero decir, ¿qué periodo de tiempo deben abarcar las obras rescatadas en ella? ¿Medievales? ¿Antes incluso? ¿También de ahí en adelante? ¿Renacimiento? ¿Ismos olvidados?
Creo que la pregunta fundamental es:
Historias Fermosas ahondará en obras olvidadas de la literatura de todos los tiempos o solo una literatura concreta?

Me alegro de haberos complacido.
Gracias por el comentario.

Dr. Elektro dijo...

Muy bueno!! Creo que deberías abarcar toda la historia, es mas divertido. Muy bien traído el estilo.
Mis amigos y yo tuvimos un foro privado donde nos inventamos el personaje de Don Fausto del Carallo, poeta galante del XVIII creo recordar. En Halloween le hicimos incluso una tumba en el jardín de Almita. Por ahí andan algunos versos y relatos de su vida...